Entrando en tema
Causas
El colesterol y/o los triglecéridos altos
responden a diferentes causas.
Existen, en primer lugar, una serie de
factores genéticos y constitucionales, sobre los que poco podemos hacer. Se
trata de una afección y predisposición hereditaria
que se expresa desde el nacimiento y es producida por mutaciones en el gen que
codifica el receptor de las LDL (estos receptores se encargan de eliminar el
colesterol de la sangre) y cursa con un aumento del colesterol en sangre,
principalmente del colesterol transportado por lipoproteínas de baja
densidad (LDL o colesterol malo).
Pero también existen una
multitud de otros factores que sÍ dependen de nosotros y sobre los que sí
podemos actuar.
Dentro de éstos estarían las dietas inadecuadas que
son un frecuente factor determinante de la hipercolesterolemia. Son muchas
las personas que incluyen en su alimentación numerosas grasas de origen animal,
grasas saturadas y alcohol, tan frecuentes en las “comidas rápidas”
relacionadas con un ritmo de vida inadecuado y malsano.
También, hay otros factores que posibilitan el
aumento de colesterol en nuestro organismo como las
enfermedades hepáticas, patologías endocrinas y renales, junto con la administración
de ciertos fármacos.
El sedentarismo, la falta de actividad física, la
obesidad e incluso el aumento del estrés por encima de ciertos niveles, son
factores que favorecen el aumento de las grasas en la sangre y que dificultan
su reducción.
Soluciones
El tratamiento de esta patología requiere un cambio del estilo de vida:
alimentación sana, reducir la ingesta de
alcohol, dejar de fumar, evitar el exceso de peso y realizar ejercicio físico. Estas
son armas necesarias e imprescindibles para
liberarse de esta afección, aunque en algunos casos requiera también el uso de
fármacos. Pero, ¿cuál es la verdadera clave? Sin duda, la alimentación.
Para
conseguir nuestro objetivo y controlar el temido colesterol,
tenemos que basar nuestra dieta en alimentos como: frutas y verduras, cinco
raciones al día; hortalizas; cereales integrales (pan, pasta, arroz); legumbres
(tres raciones a la semana); pescado azul (al menos, tres raciones a la semana
(atún, sardina, salmón...); frutos secos (nueces, almendras) y aceite de oliva
virgen.
Estos alimentos nos aportan nutrientes que nos ayudan a reducir
los niveles de colesterol en sangre y a aumentar el denominado colesterol-HDL
(colesterol bueno) porque aportan los ácidos grasos monoinsaturados (presentes
en el aceite de oliva virgen), ácidos grasos omega-3 (pescado azul),
esteroles/estanoles vegetales (en aceites vegetales o incorporados en productos
lácteos), antioxidantes (como frutas y verduras).
Evitar ciertos alimentos
Por otro lado tenemos que evitar aquellos alimentos que en su
propia composición incluyan abundante grasa de origen animal. Es sencillo. Por
ejemplo, puedes sustituir los lácteos enteros por los descremados; la manteca
por el aceite de oliva y las carnes grasas por carnes magras con poca grasa,
como el conejo o el pollo sin piel. Evitar los embutidos, yemas de huevo,
frituras y las facturas (bollos, medialunas, vigilantes y un largo etc.)
Los métodos de cocción ideales para evitar el colesterol, son
los métodos que utilizan poca grasa como: al horno, a la plancha, a la
parrilla, al microondas, asado o cocción al vapor.
Algunos colaboradores
El salvado, preferentemente el de avena, mezclado con yogourt
descremado, sopas dietéticas, jugos, etc. ayuda a eliminar el colesterol que se
excreta por la bilis.
También es un buen colaborador la levadura de cerveza virgen en
polvo (viene en varios gustos).
Las fibras presentes en distintos alimentos también son muy
útiles (Es ideal consumir de 20 a 30 gr de fibra alimentaria por día)
En la próxima entrada les daré ejemplos de dietas para diferentes
gustos personales. ¡Hasta la próxima!
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